Migrantes se atrincheran en sus casas para eludir deportación
- PeriodicoYA Puebla

- 10 ago
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El temor a las redadas y a los agentes de inmigración en Los Ángeles, obliga a los indocumentados a salir a la calle, a trabajar, a la escuela y en algunos casos ni siquiera por comida
Los Ángeles.
Alberto vive encerrado en el pequeño cuarto que alquila en Los Ángeles desde hace un mes. Por el temor a encontrarse con los agentes de migración, ni siquiera ha salido a hacer las compras.
“Es terrible”, suspira este salvadoreño de 60 años, sin visa para permanecer en Estados Unidos. “Es un encierro que no se lo deseo a nadie”.
Para sobrevivir, el hombre se apoya en una organización que le lleva alimentos dos veces por semana.
“Me ayuda muchísimo, porque si no tengo esto ¿cómo voy a comer? No tengo trabajo”, dice Alberto, quien por temor se identifica con un seudónimo.
En la arremetida antiinmigración de comienzos de junio en Los Ángeles cientos de personas, en su mayoría latinos, fueron detenidas en las calles, o en lugares de trabajo como autolavados, ferreterías, restaurantes y campos agrícolas.
A pesar de ser prediabético, Alberto duda de ir a su próxima cita médica. Sólo sale para estirar las piernas en el pasillo que lleva a su cuarto.
“Estoy muy estresado. Me duele la cabeza, el cuerpo”, se queja Alberto mientras lamenta no poder trabajar.
Hace 15 años que está en Estados Unidos y piensa que este segundo mandato del presidente Donald Trump “es lo peor de todo”.
Trump regresó a la Casa Blanca gracias, en parte, a su discurso en contra de la inmigración. Pero su ofensiva en Los Ángeles, donde hay cientos de miles de trabajadores indocumentados, sorprendió a la ciudad.
El miedo a las redadas en los lugares de trabajo o en las paradas de autobús se expandió. En junio, el uso del sistema de transporte público cayó 13.5% en comparación con el mes previo.
“Cuando manejas en ciertos vecindarios, a veces parece como un pueblo fantasma”, describe Norma Fajardo, de CLEAN, una ONG que agrupa a trabajadores de autolavados.
El grupo, junto con otras organizaciones, ayuda con donaciones de comida a aquellos que se escondieron en sus casas por temor a las redadas.
“Esto es muy necesario”, refiere Fajardo, una estadunidense de 37 años que considera la situación como “muy triste e indignante”. Considera que “la gente debería poder ir a su trabajo sin temor a ser secuestrada”.
“Parece la nueva normalidad”, dice. “La primera vez que supimos de una redada en un autolavado nos sentimos en una situación de emergencia. Recién ahora comenzamos a aceptar que tenemos que hacer planes a largo plazo”, explica.
Las donaciones de alimentos también se volvieron esenciales para Marisol, una hondureña que ha pasado semanas confinada en su apartamento junto con 12 familiares.
“Le damos gracias a Dios constantemente (...) porque ha sido un gran alivio”, dice la mujer de 62 años que no ha ido a misa en este tiempo.
Ella también se identifica con un seudónimo y tapó sus ventanas con cortinas para bloquear la visibilidad desde afuera.
Le prohibió a sus nietos abrir la puerta y se preocupa mucho cuando sus hijas van a trabajar algunas horas para cubrir los gastos básicos.
“Siempre que ellas salen también pido a Dios que regresen, porque no se sabe, ¿verdad? Es aquella incertidumbre”, comenta.
Marisol huyó de Honduras hace 15 años con su familia por temor a que una pandilla reclutara a sus hijos. Pero ahora se preguntan si vale la pena seguir en Estados Unidos.
En junio, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) arrestó a más de 2 mil 200 personas en el área de Los Ángeles, de acuerdo con documentos analizados por AFP. Un 60% de ellos no tenía antecedentes penales.
El dato
El Congreso aprobó recursos financieros para inmigración, incluyendo 30 mil millones de dólares destinados a la contratación de 10 mil agentes adicionales para operativos.




















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