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Running en familia: una forma divertida de prevenir la obesidad infantil

  • Foto del escritor: PeriodicoYA Puebla
    PeriodicoYA Puebla
  • 30 ago
  • 4 Min. de lectura
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Richard Rondón / spymaratonista.com

 

Activar hábitos saludables desde la infancia es clave para construir un futuro más saludable. Una de las formas más eficaces y accesibles de hacerlo es mediante la práctica conjunta de actividad física en familia.

 

El running en familia no solo fortalece los vínculos emocionales, sino que se ha demostrado como una herramienta efectiva para prevenir la obesidad infantil, un problema que según diversos informes alcanza cifras muy preocupantes hoy en día.

 

De hecho, según los datos del estudio ALADINO 2024, el 40,6 % de los niños entre 6 y 9 años presentan exceso de peso, con un 23,3 % de sobrepeso y un 17,3 % de obesidad. Correr en familia facilita incorporar ejercicio habitual en un entorno seguro y motivador, y puede ser el complemento perfecto para una alimentación equilibrada.

 

1. Ejercicio regular que mejora el cuerpo y la mente

 

El running en familia es una actividad aeróbica que se adapta fácilmente a los niños, incluso desde los cinco años, siempre con una progresión adecuada y bajo supervisión.

 

Estudios como ActiveBrains, liderado por la Universidad de Granada, han demostrado que un programa de ejercicio de solo cinco meses reduce significativamente la grasa corporal, el colesterol LDL, la masa grasa visceral y el índice de masa corporal en menores con obesidad —cerca del 80 % de los participantes mejoraron notablemente.

 

La práctica regular de running aporta además mejoras cardiovasculares, mayor resistencia y funciones respiratorias más eficientes. A nivel emocional, estimula la autoestima, reduce la ansiedad y promueve la conexión entre familiares al compartir retos y pequeñas metas.

 

2. Prevenir el sedentarismo desde edades tempranas

 

Uno de los factores fundamentales detrás del aumento de la obesidad infantil es el sedentarismo: los niños pasan demasiadas horas frente a pantallas en lugar de moverse. Solo el 36 % cumple con la recomendación de al menos 60 minutos diarios de actividad física moderada o intensa.

 

El running en familia sustituye el tiempo sedentario por movimiento, fortalece músculos y huesos y combate directamente el estilo de vida pasivo. Además, convertirse en modelo activo para tus hijos crea el contexto ideal para que ellos también valoren el ejercicio como algo natural y habitual.

 

3. Fomentar hábitos nutricionales complementarios

 

Correr ayuda a quemar calorías y mejorar la salud metabólica, pero debe ir acompañado de una alimentación equilibrada para ser eficaz a largo plazo. El running convive perfectamente con una dieta rica en frutas, verduras, proteínas magras y cereales integrales.

 

Al correr en familia, también se facilita la conversación sobre hábitos saludables: cómo combinar la cena con frutas o snacks naturales y en lugar de ultraprocesados, cómo programar la hidratación y evitar bebidas azucaradas. Este contexto educativo refuerza hábitos nutricionales complementarios al ejercicio.

 

4. Adaptar el running al entorno familiar

 

Para que el running en familia sea divertido y sostenible, debe estar bien organizado y adaptado al entorno. Algunas ideas prácticas:

 

  •     Establecer rutas cortas y seguras cerca del hogar o en el parque.

  •     Incluir juegos y retos: carreras suaves, relevos, pequeñas distancias por turnos, para mantener la atención de los niños.

  •     No exigir ritmos ni distancias: comienza con caminata activa intercalada con trote, aumentando progresivamente.

  •     Elegir horarios cómodos: al final de la tarde o los fines de semana, cuando no haya temperaturas extremas y esté presente la motivación familiar.

 

Así, el running se convierte en una actividad divertida, no en una obligación. Es un gesto de salud sin presiones.

 

5. Crear recuerdos positivos y reforzar vínculos

 

Correr juntos no solo construye cuerpos más sanos, sino también relaciones emocionales más fuertes. Compartir retos —aunque sean simples— genera proyectos en común. Completar una ruta juntos, correr un kilómetro más, celebrar una mejora… todos esos pequeños logros quedan grabados como experiencias positivas familiares.

 

Además, cuando los niños ven a sus padres activos y comprometidos, adoptan el modelo sin resistencia. El running en familia refuerza el respeto mutuo, el esfuerzo conjunto y la sensación de equipo. Se convierte en una actividad que une de forma sencilla y saludable.

 

Panorama actual de la obesidad infantil

 

Las tasas de exceso de peso infantil siguen siendo elevadas: un tercio de los niños y niñas presentan sobrepeso, y una de cada diez obesidad. Según estudios recientes, aunque ha habido ligeras mejoras en los últimos años, la brecha socioeconómica persiste: en familias con rentas bajas el exceso de peso alcanza casi el 47 %, frente al 29 % en familias con ingresos superiores a 30 000 €.

 

Estas cifras confirman que la obesidad infantil no se resuelve solo desde lo individual, sino con políticas de prevención, educación nutricional, acceso a espacios seguros para moverse y fomento del deporte desde la infancia. Iniciativas como el running en familia, en este contexto, son fundamentales para cambiar patrones sociales.

 

El entorno como aliado: parques, naturaleza y comunidad

 

Una de las grandes ventajas del running en familia es que no requiere instalaciones complejas ni grandes inversiones. Solo necesitas ropa cómoda, unas buenas zapatillas y, sobre todo, ganas. Aun así, el entorno en el que se practica puede marcar la diferencia entre una rutina que perdura o una que se abandona pronto.

 

Los parques urbanos, zonas verdes y circuitos naturales son espacios ideales para introducir a los niños en el mundo del running. Estos lugares ofrecen un ambiente más estimulante que el asfalto o las calles transitadas: árboles, senderos, fuentes, terrenos con diferentes niveles… todo ello contribuye a hacer la experiencia más divertida y dinámica.

 

Además, cuando se corre en espacios públicos con otras familias o personas activas, los niños comienzan a integrar la actividad física en su entorno social, lo que refuerza el hábito. Pueden ver que no es algo extraño ni aburrido, sino algo que “también hacen otros”, lo cual aumenta su motivación y sensación de pertenencia. Incluso existen grupos de running familiar organizados en algunas ciudades, que fomentan una rutina saludable, segura y social.

 

Incluir el contacto con la naturaleza en la actividad, ya sea corriendo por caminos rurales, sendas de montaña o paseos marítimos, añade valor emocional a la experiencia. Correr juntos al aire libre se convierte entonces en un momento de desconexión familiar, pero también de reconexión con el entorno y con uno mismo.

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